lunes, 4 de noviembre de 2013

Cultura de seguridad de la información. Una lectura entre lo análogo y lo digital

Introducción
La evolución acelerada del mundo, nos indica que cada vez más el cambio se inserta en nuestras vidas, como algo natural y cotidiano, diferente a lo que ocurría diez años atrás. Las plataformas informáticas, las demandas de servicios de información y los nuevos productos expuestos sobre la densidad digital (KÁGANER, ZAMORA y SIEBER 2013), esa que está articulada en el flujo de información permanente entre las personas, nos advierten que cualquier momento es bueno para generar una nueva disrupción en el contexto social y tecnológico que vivimos.
 
Esto nos implica tener una mente que observe el mundo y sus movilidades actuales de manera asertiva y exploradora, para reconocer allí, una nueva forma de crear el futuro, una nueva forma para hacer que la densidad digital cambie y la sensación de la realidad sea renovada. Ver con los ojos de la holística y crear con la agilidad de la mente, dos condiciones básicas para motivar nuevos comportamientos que liberen las “almas” de los procesos corporativos y quiebren los silos donde siempre han habitado.
 
Alterar la realidad circundante con propuestas novedosas, no necesariamente depende de la tecnología o herramientas especiales, es cambiar la mentalidad de lo análogo, para migrarse al mundo digital, donde nuestro comportamiento modela parte del mismo entorno y somos capaces de influir en él. Movilizar nuestro talento en el contexto digital, significa ver en la nube de información disponible, como encontrar sentido a nuestras pasiones y quebrar los límites de nuestras respuestas.
 
La mentalidad digital se define a sí misma como una motivadora de oportunidades, donde nada es inherentemente brillante o inexperto, donde las posibilidades se imponen sobre las probabilidades, donde la ingeniería, el producto y el mercadeo superan su vista de islas, para crear una experiencia diferente en el usuario final, en la mente del cliente, donde yacen las ideas disruptivas que superan el tradicional “no se puede”, por el inesperado “vamos a intentarlo”.
 
En consecuencia, contextualizar una nueva cultura de seguridad de la información, demanda superar la condición análoga en la cual fue diseñada, para superar las fronteras de lo que entendemos de cómo proteger la información, para crear una nueva distinción de comportamientos y de control sobre la información, que se adapte a la realidad digital del entorno, que contrario a lo que podemos juzgar hoy, supera nuestro entendimiento y modelos actuales de seguridad y protección.
 
En este sentido, este documento plantea una reflexión inicial para confrontar las estrategias actuales para crear, desarrollar y mantener una cultura de protección de la información, que construidas sobre una comprensión de la seguridad de la información en un mundo físico y análogo, requiere una renovación y revisión ahora un mundo virtual y digital, donde la información fluye como parte fundamental de su esencia y el control de la misma migra según la condición que ella adquiere en un momento del tiempo, es decir, no es algo que permanece inalterado, sino que se adapta según el contexto donde se encuentre, revise, interprete y utilice.
 
La realidad digital que nos supera
De acuerdo con HAMEL (cap.4.5) estamos pasando de una sociedad agraria y artesanal, donde estábamos sometidos a un régimen, basado en reglas, reverencia al superior y disciplina institucional, a un modelo de sociedad basado en discontinuidades permanentes de los mercados, irreverencia ante la autoridad e indisciplina empresarial, entendida esta, como la forma de cuestionar el modelo de negocio vigente establecido por la gerencia.
 
En consecuencia, las empresas se exponen, de acuerdo con el investigador, a tres fuerzas fundamentales que, como en la edad media, acelerarán la metamorfosis de la sociedad para crear un nuevo entorno digital, que romperá los esquemas de gestión corporativa que estamos acostumbrados a ver. Las fuerzas mencionadas son: demanda de la innovación sobre la eficiencia, las herramientas colaborativas en internet y la generación digital, nativa en la red. (idem, pág.205)
 
Innovar se ha convertido hoy, más que en una habilidad personal, en una capacidad requerida por las organizaciones para sobrevivir al entorno de competencia desmedida, donde sólo aquellos que de manera constante logran crear nuevos patrones y nuevos “normales” pueden mantener una experiencia renovada del usuario, captar su atención y consolidar una métrica asimétrica y novedosa de “fidelidad”, basada en concepto que contradice la teoría: variedad, infidelidad y espacio para decidir.
 
Contar con una plataforma digital, como lo afirma McQUIVEY (pág.46), crea un entorno donde fluyen las ideas, donde los clientes manifiestan sus deseos, una estructura que destruye cualquier barrera de entrada y formula una estrategia permanente de realimentación que permite evolucionar y mantener la novedad y cambio de experiencia en los clientes, casi que pudiésemos decir, en tiempo real.  Esto supone, responder de manera oportuna a los usuarios, sabiendo que no siempre todas las iniciativas van a ser las más acertadas.
 
Todos los recursos informáticos y de interacción digital disponibles, son consumidos de manera natural por los nativos de la red, aquellos que han nacido en el contexto de un mundo interconectado. El poder participar y crear el entorno donde se mueven, los hace una raza particular que  desarrolla su actuar en el mundo digital siguiendo pautas que los definen a sí mismos, como la red misma: (HAMEL 2012, pág.210)
·         Nadie puede matar una buena idea
 
      ·         Todo el mundo puede ayudar

·         Cualquiera puede liderar

·         Nadie puede dictaminar

·         Usted elige la causa

·         La excelencia usualmente se gana (la mediocridad, no)

·         Las grandes contribuciones se reconocen y se celebran

·         Los recursos se atraen, no se asignan.

·         El poder viene de compartir, no de acaparar

 
Así las cosas, la realidad digital nos pone de manifiesto una contradicción, que desafía lo que conocemos, reta nuestro entendimiento y promueve la indisciplina conceptual, para crear según su inestabilidad propia e inesperada, la forma de comprender la densidad digital de las interacciones, más allá de los productos y servicios que en ella se conciben.
 
Cultura digital, mentes creativas en grandes datos
Comenta ACKOFF y GREENBERG, que la enseñanza tradicional, ha desviado el camino de la formación de las personas, comprometiendo la capacidad requerida por los seres humanos como lo es aprender y desaprender, movilizarse en medio de la incertidumbre y desarrollar su talento creativo para superar sus propias autorestricciones:

·         La educación tradicional se concentra en la enseñanza y no en el aprendizaje.

·         El objetivo de la educación tradicional es el aprendizaje y no la enseñanza.

·         La inteligencia es la habilidad para aprender, no es una medida de cuánto has aprendido.

 
La vida en el contexto digital abre la posibilidad para que las personas se concentren en el aprendizaje, esa forma de experimentar y encontrar respuestas a sus preguntas, sin seguir un libreto o indicación particular, sino indagando según su instinto y orientación, teniendo como referente esa genuina necesidad de conocer, que no se limita a una declaración de una autoridad, sino a la búsqueda de encontrarse con lecturas inesperadas de una experiencia particular que muchas veces lo supera y lo reta para conquistarse a sí mismo.

En la medida que más se expone el individuo a la realidad digital, mayor es su capacidad de ver la totalidad, de percibir los grandes volúmenes de datos para descubrir patrones y tendencias ocultas, que suponen una búsqueda permanente de aprendizaje y desaprendizaje, que muchas veces ocurren de manera simultánea, llevando a las organizaciones a cambiar de rumbo, creando esa extraña y necesaria capacidad de ser flexibles, que de manera indefectible compromete el limitado capital intelectual de los ejecutivos actuales.
 
Relacionarse con la realidad de los grandes datos exige desarrollar tres disciplinas fundamentales: (SOARES 2013, pág.30) gerencia de la calidad de los datos, gerencia del ciclo de vida de la información y prácticas de seguridad y privacidad de la información.
 
La calidad de los datos se refiere a los comportamientos y métodos para medir, mejorar y certificar la calidad e integridad de la producción, pruebas y archivo de los datos. Si bien, esta definición establecida por SOARES, demuestra la formalidad de la temática, en el contexto de la red, muchas veces no es la más acertada, pues demanda un ejercicio permanente y concreto de las personas, que deben tener una motivación particular para que dicha práctica se adquiera y se potencialice en el escenario de un aprendizaje dirigido que no restrinja la novedad, pero que igualmente no comprometa la veracidad de los datos.
 
De otra parte, contar con un proceso conocido y sistemático para recolectar, usar, retener y disponer de la información, es una práctica que permite tanto a personas como organizaciones, mantener una vista concreta sobre la información real y disponible para facilitar el pensamiento creativo sobre la realidad digital. Si bien, se puede practicar este ciclo de vida de manera intuitiva, estamos lejos de contar con una disciplina de estas condiciones, toda vez que sufrimos de sobrecarga de información y frecuentemente reciclamos parte de ella, para reconstruir y formular escenarios que conjuguen lo conocido con lo desconocido. No debe ser un impedimento para crear, sino un habilitador que cuide los resultados y disrupciones que se pueden crear.

La información está constantemente expuesta al credo del mundo análogo del control, que está atado al miedo, la incertidumbre y las dudas, como grandes movilizadores de medidas para limitar los posibles estados de riesgo que afecten la estabilidad de un activo. Esta vista, necesariamente condicionada al mundo físico, se soporta en conceptos de protección contra eventos de falla o mal funcionamiento, que pueden producir incidentes intencionales o no. En este sentido, la seguridad y el control reside en estrategias que buscan bien evitar, disuadir o prevenir, las cuales en todas ellas, se advierte que no admite negociación para los ejecutivos, toda vez que es una distinción que sólo advierte vulnerabilidades o amenazas.
 
Habida cuenta de lo anterior, la cultura digital, cree firmemente que la información no es un activo, sino el insumo fundamental para construir, crear y repensar lo que ocurre en su entorno, toda vez que cada integrante hace parte natural del mismo. De igual forma, define su práctica de recolección, uso, retención y disposición de información según su pérdida de valor, su pérdida de relevancia, la cual ocurre con velocidad insospechada, como quiera que la realidad digital cambia y se renueva en cada momento y crea entornos, que dejan de lado la historia de lo ocurrido, comprometiendo muchas veces las memorias de nuestros propios pasos.

La cultura digital con su particular manera de tratar la información, no traduce las prácticas previas de forma novedosa, sino que encuentra nuevas forma de hacer las cosas, lo que significa necesariamente que se crea una nueva escala de necesidades, que buscan anticipar en su entorno, una nueva posibilidad basada en adaptaciones simultáneas que conectan puntos antes no vistos, que crean capacidades distintivas para las personas y las organizaciones. Es decir, se actualiza de manera reiterada la experiencia y conversaciones del cliente renovando y conquistando su percepción de valor, anclado no a la realidad física, sino a la conexión existente en su interior.
 
Cultura de seguridad y control en el contexto digital
La realidad digital busca establecer una conexión interior con sus ciudadanos, una relación personalísima privilegiada por un vínculo real y concreto que procura sorprender en cada momento las expectativas de sus nativos. En este sentido, si queremos repensar la cultura de seguridad y control en una cultura digital, debemos recurrir a conceptos transcendentes que nos permitan articular la experiencia y conexión de las personas, en el respeto de las condiciones propias de su realidad, para repensar el activo información, como insumo fundamental para crear una nueva distinción más allá de “no se puede hacer” y pensar al margen de nuestras propias creencias y considerar realidades superiores que maticen nuestro entendimiento del momento actual.
 
Para ello, la intención, la atención y la actitud (SHAPIRO, CARLSON, ASTIN y FREEDMAN 2006) son tres variables fundamentales para descifrar parte de la conexión, entre lo que los nativos digitales creen, hacen y ven. La intención hace referencia al propósito que se tiene, la motivación que engancha a la persona. Esta intención evoluciona y es afectada por el entorno, por tanto, es de vital importancia mantener la vista en aquello que define el actuar del individuo en este contexto digital.
 
De otro lado, la atención, es el estado permanente de presencia, de estar atento al presente, a lo que ocurre en el momento actual, liberándose de cualquier distracción pasada que interrumpa esa relación vigente entre el segundo que pasa y el que viene, esa curiosidad permanente de explorar, sin ser juzgado y mantener la mente de un principiante con la posibilidad y derecho de equivocarse, para experimentar, aprender y crecer.
 
La actitud, es una actuación en un sentido particular, que se manifiesta en buenos y malos hábitos, los cuales potencian la atención y la intención frente a una situación particular. Es un componente que centrado en la persona que demanda esfuerzo, energía y disciplina para ir en profundidad en el sentido interno de la conciencia, que solo es viable alcanzarlo en una experiencia personal frente a la realidad y no por interpuesta persona que ha vivido la misma.
 
Así las cosas, reinventar la cultura de seguridad y control en un mundo digital, requiere hacer una lectura cruzada de la realidad digital y los conceptos trascendentes previamente explicados así:

 
Vista Análoga
Vista digital
Información
Activo (se protege)
Insumo (se consigue)
 
 
 
Intención frente a la información
Registrar/Informar
Influir/construir
 
 
 
Atención frente a la información
Evidenciar hechos pasados
Advertir y relacionarse con el momento presente
 
 
 
Actitud frente a la información
Respeto por la autoridad
Valor de la información
Tabla No.1 Realidad análoga y digital frente a la información

 
En este escenario, podemos notar que la seguridad de la información actual entra en conflicto abierto con la sociedad digital, no por el valor de la información en sí mismo, sino por las estructuras propias de las organizaciones actuales, que se enfrentan a un concepto digital que las confronta y las supera. Querer controlar la información como base de modelo de control y gestión organizacional es explorar el dilema de control que tienen actualmente las empresas, que queriendo asegurar un resultado, reducen el margen de acción de sus empleados, pensando que así reduce la incertidumbre y los riesgos.
 
El mundo digital exige margen de movimiento y libertad para experimentar, no siempre de manera controlada, pues cualquier reacción o consecuencia, en su lectura natural, se concibe como aprendizaje o desaprendizaje, lo cual supone que la organización está dispuesta a construir con la incertidumbre y lograr acciones que aún no conoce. En este sentido, la seguridad y control de la información, se debe reorientar hacia el valor de la información para tener una experiencia superior en el presente que me permita influir y construir mi propio entorno.
 
Aprender a valorar la información, es desarrollar un alto sentido de la responsabilidad frente a su ciclo de vida, es construir en cada momento la estrategia de confiabilidad requerida, que no será permanente, sino que desaparecerá cuando termine su momento. Es decir, quebrar la frontera de las medidas estrictas e infranqueables, por condiciones flexibles que cuiden del valor de la información y luego potencien su compartir, cuidando la disciplina de la privacidad y seguridad en el momento, lugar y contexto que se exija.
 
Valorar la información es asumir el reto de cuidar los impactos de actitudes inadecuadas frente la información, que comprometan no solamente la capacidad para innovar, sino que impliquen la dignidad de otra persona, esto es, traspasen la línea entre lo corporativo y lo personal. Por tanto, es menester cultivar el cuidado de la información como práctica, para que, parafraseando a HAMEL (pág.285), “busque metas nobles y socialmente significativas”.
 
Reflexiones finales
Una cultura de seguridad de la información en el contexto digital, implica entender y desarrollar una mentalidad digital: (KÁGANER, ZAMORA, y SIEBER 2013)

·         Aporte una visión… pero ceda poder a los demás.

·         Ceda el control … pero diseño opciones.

·         Mantenga … pero sea disruptivo.

·         Apóyese en los datos … pero confíe en su intuición.

·         Sea escéptico … pero abierto de mente.

 
Que es una mentalidad de contradicciones, que genera incomodidad en los modelos actuales de seguridad y control de la información en las empresas, que buscan certezas y estabilidades. Habida cuenta de lo anterior, la cultura de seguridad de la información en este contexto debe combinar lo mejor de su aprendizaje frente a los incidentes, e incorporar las lecciones aprendidas de lo ocurrido, para cuestionar el momento presente, ceder el control cuando corresponda y ser intuitivo frente a las amenazas y riesgos emergentes.
 
Por tanto, la construcción y desarrollo de una cultura de seguridad de la información en la realidad digital, pasa por la posibilidad de la innovación y el derecho a equivocarse, pero igualmente por el valor de la misma en un momento y contexto, el cual debe orientar la actuación de la persona donde privilegie el bien general sobre el particular. Es decir, una apertura que permita la convivencia del mundo análogo y digital para crear una distinción dinámica de protección, que no caiga en una vista estática sino en una homeóstasis dinámica que verifique el ambiente y se adapte para alcanzar su propósito.
 
Así las cosas, la intención, la atención y la actitud serán las condiciones básicas para efectuar una lectura renovada de la sociedad digital y la seguridad de la información, para volver a conectar los puntos que exhiben los nativos digitales y revelar las conexiones claves que hacen del valor de la información, el movilizador fundamental para proteger la información del momento presente y sus implicaciones futuras.
 
Referencias
McQUIVEY, J. (2013) Digital disruption. Unleashing the next wave of innovation. Forrester Research. Amazon Publishing.
HAMEL, G. (2012) Lo que importa ahora. Cómo triunfar en un mundo de cambios implacables, competencia feroz e innovación sin barreras. Ed. Norma.
ACKOFF, R. y GREENBERG, D. (2008) Turning learning right side up. Wharton School Publishing.
SOARES, S. (2012) Big data governance. An emerging imperative. MC Press Online.
AXELROD, C. W. (2013) Engineering safe and secure software systems. Artech house
SHAPIRO, S. L., CARLSON, L. E., ASTIN, J. A., & FREEDMAN, B. (2006). Mechanisms of mindfulness. Journal of Clinical Psychology, 62(3), 373-386
KÁGANER, E., ZAMORA, J. y SIEBER, S. (2013) Cinco habilidades del líder digital. IESE Insight. No.18. Tercer trimestre.

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